Llegamos al albergue donde tras aligerar equipaje cogimos los dromedarios. Con los dromedarios fuimos desde el albergue hasta las Jaimas donde dormiríamos esa noche. Durante el camino (no muy cómodo, encima del dromedario) se fue cayendo la tarde, no fue espectacular ya que hubo un rato que estaba incluso nublado, pero la verdad es que es muy bonito el andar por el desierto y ver caer el sol.
Al llegar a las jaimas dejamos las cosas y fuimos a subir una duna…no es que sea complicado pero cansa lo que no está escrito, además de que lógicamente hace calor, que se aumenta con el calor que desprende la propia arena.
Ya con la noche casi encima, bajamos de la duna para tomar té y cenar. Tras la cena, fuimos a la “discoteca” (nos separamos de las jaimas para no molestar) y allí cantaron canciones bereberes y de todas las nacionalidades que allí estábamos. Mientras nos cantaban y contaban historias que habían pasado con turistas, veíamos el espectáculo de las estrellas que se veían perfectamente. Hammet (otro diferente al anterior) y Jassid nos hicieron una velada muy agradable contándonos la vida nómada. Para variar se nos hizo tarde pero fue bonito, nos quedamos la mayoría del grupo durmiendo fuera de las jaimas, bajo las estrellas.
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